4 de febrero de 2013

VECINO VIGILANTE YUCATAN.- EL HENEQUEN YUCATECO SE NIEGA A MORIR


Aunque con muchos problemas, todavía están en operación 17 desfibradoras: 3 del sector parcelario, 1 del sector ejidal y 13 del sector parvifundista / Una de ellas es la “San Carlos”, ubicada en el municipio de Baca, propiedad de José Antonio Lara Ferrera


En la desfibradora de henequén “San Carlos”, ubicada en el municipio de Baca, sólo se desperdicia el jugo del henequén, pues el bagazo se usa como abono y conservador de humedad en los cultivos de la zona y también sirve para alimentar al ganado bovino.
El dueño de la desfibradora, José Antonio Lara Ferrera, resalta que lleva varios años trabajando con el ingeniero Abdo Magdub Méndez, quien ha desarrollado el proyecto para el uso del bagazo y el jugo; el primero se puede usar como abono, en tanto que del segundo se puede obtener de bioetanol para uso industrial, aunque hasta ahora no ha habido recursos para concretar este proyecto.
—Lo que estamos haciendo es usar el bagazo para nuestro huerto y nuestros animales. La gente viene a buscar el bagazo para sus huertos o sus animales y lo damos gratis, no cobramos nada, porque no es algo que ya se le esté dando un valor agregado para cobrarlo, pero si llegara a darse algo más con el bagazo o el jugo, como la fabricación del bioetanol, entonces tendrá un costo y de eso también se beneficiarían los productores, dijo.
Al igual que esta desfibradora, existen otras 14 en el Estado, que obtienen bagazo y jugo del henequén, pero en ninguna se utiliza integralmente ambos desperdicios.
El henequén ha sido un cultivo emblemático en la vida cultural, social, económica e histórica de Yucatán, y aunque ha habido propuestas y recursos especiales asignados para su cultivo, no hay signos de que pueda revertir su tendencia a la baja.
De acuerdo con información de la Secretaría de Desarrollo Rural del Estado, el henequén ha venido de más a menos en los últimos 100 años; en 1916 se exportaban 1 millón 122 mil 169 pacas de fibra de henequén con 201,990 toneladas; para 1975 se tenía una superficie de henequén de 265 mil hectáreas en el Estado y una producción de 101 mil 420 toneladas de fibra.
Para el 2012 la superficie de henequén es de apenas 13 mil 500 hectáreas y una producción anual estimada de 5 mil toneladas de fibra, una dramática caída desde la década de los 70 debida al uso del plástico y porque el gobierno dejó de participar en la compra y venta.
Estas condiciones han propiciado que el henequén figure entre los productos estratégicos del programa Trópico Húmedo de la Sagarpa, junto con hule natural, palma de aceite, cacao, palma de coco, vainilla, pimienta, café robusta, piña, yuca, malanga, jatropha y mangostán.
Para este año el programa tiene asignados 500 millones de pesos para todos los Estados que conforman el trópico húmedo, que son los del sur y sureste del país.
En 2010 se apoyaron 1,300 hectáreas de este cultivo, de un total de 13 mil.
El investigador especialista en henequén Abdo Magdub Méndez, quien estuvo presente en el recorrido, aseveró que no ha habido una política congruente del gobierno para impedir la contaminación del medio ambiente, pues, por ejemplo, podría sustituir los costales de plástico por los costales de fibra de henequén, lo que daría un respiro a esta actividad.
“¿Cómo es posible que el cultivo emblemático del estado no se ha tecnificado, no se le ha dado el valor agregado, cuando es una agroindustria donde el 80 por ciento del costo es la mano de obra?”, se preguntó.
No sólo las 15 desfibradoras podrían beneficiarse, sino también los casi 4 mil productores de henequén.

San Carlos

La desfibradora es propiedad de Lara Ferrera desde hace 50 años; la compró cuando todavía trabajaba para la planta de Hilí y actualmente su hijo, yernos y sus dos hijas están involucradas en el negocio del henequén, con la esperanza de que el valor agregado pueda reportar algún beneficio.
“Yo tengo tres hijos, dos mujeres y un hombre; compré la desfibradora porque yo trabajé muchos años en esto y sé cómo se hace, y desde hace 10 años estamos con el ingeniero para poder lograr darle valor agregado, para hacer bioetanol o tener nuestra propia cordelería, pero lamentablemente los recursos no han llegado”, comentó.
En la “San Carlos” se trabaja todo el año, de las 4 de la mañana a las 11 del día; los 30 trabajadores tienen seguridad social y los proveedores suman unos 450, que aportan al año 26 millones 715 hojas, que se convierten en 631 mil 823 kilogramos de fibra.
Esto significa la cosecha de 600 hectáreas, de las poco más de 3 mil que operan en el Estado.
“En Yucatán hay 15 desfibradoras, pero San Carlos es la única que trabaja todo el año; por hora procesa de 16 a 18 mil hojas; son 120 mil aproximadamente por día; se empieza a las 4 de la mañana y se termina a las 11; antes, en la época de auge, eran hasta 2 turnos, si no es que hasta 3, en la época de Cordemex”, recordó Magdub.
A “San Carlos” llevan henequén productores de Baca, Dzemul, Motul, principalmente de la comisaría de Kopté, y de Yaxkukul.
Se les paga de acuerdo con la calidad de sus hojas, pero se les da un anticipo el día que entregan: es de 100 pesos por millar y cuando la fibra ya está seca, se les paga 7 pesos por kilogramo; este precio no ha subido en 10 años.
“Llevamos una bitácora, que nos permite pagar por rendimiento, vamos anotando cuánto trae cada productor y su rendimiento; este pizarrón es para anotar las hojas que se han desfibrado por cada productor.
“Lo entregan en rollos, aquí se ven las hojas amarradas, se suben a la desfibradora, se desatan y se cuentan los cordeles, así es como se lleva la cuenta de cuánto entrega cada uno”, relataron Magdub y Lara Ferrera.
Los salarios de los trabajadores van de 100 a 120 pesos por jornal.
El mayor costo de operación de la desfibradora es la energía eléctrica, pues al mes se paga entre 18 mil y 20 mil pesos.
“Nosotros vendemos las pacas de fibra a un intermediario que nos paga, según la calidad, que va de 7.50 a 10.50 pesos por kilo; nosotros le vendemos los lunes y viernes a la Unión de Crédito Agrícola y Ganadera y ellos le venden a la cordelería; la realidad es que nuestro mayor desequilibrio lo da la energía eléctrica, porque la planta funciona con luz”, dijo el dueño.

Proceso

El dueño de la planta y el especialista explicaron que el henequén, a partir de la siembra del semillero tarda cerca de 7 u 8 años para lograra el primer corte y después la planta permite 10 ó 15 años de corte cada 4 meses.
Se cortan de 3 a 4 hojas por planta.
Estas hojas suben a la maquinaria, donde personal las desata y acomoda para que su procesamiento.
La maquinaria parte las hojas y deja ver el color de la fibra, de la que se escurre el jugo y el bagazo, que caen a las tolvas, que luego lo transportan al fondo del terreno.
La fibra se lleva al secadero y se exhibe al sol por un día; cuando ya está seca, se lleva al almacén para ser pesada, empacada y llevarla a la venta.
Las pacas se hacen de 170 kilogramos y dos días a la semana se llevan a Mérida cerca de 40 pacas por viaje.
“San Carlos” se ubica en una superficie de 20 hectáreas: en 4 hectáreas está el huerto de tomate, chile habanero y rábano, que produce en promedio 100 cajas o huacales por cada ciclo y hasta 4 cosechas por ciclo.
La humedad que le da el bagazo al huerto permite una pronta cosecha. 
Además tiene 90 cabezas de bovino, que además de pasto, se alimentan de bagazo.
“Sólo para dimensionar el potencial, quiero decir que el 4 por ciento de la hoja de henequén es fibra y que el 60 por ciento es jugo, el 35 por ciento es bagazo. ¡Cuánto estamos desperdiciando!”, dijo el investigador.
Importaciones
POR ESTO! ha publicado propuestas para potencial el uso del henequén, como son los costales para transportar productos agropecuarios y la fabricación de bioetanol para uso industrial.
Además hemos informado que las importaciones de hilados de henequén han ido aumentando: en el 2009 sumaron 30,105 kilogramos; en 2010 alcanzaron 58,869 kilogramos provenientes de EE.UU., China, Turquía, Portugal, India y Rumania. En ese 2010, el 54 por ciento llegó de China y el 44 por ciento, de Estados Unidos.
Empero, también han aumentado las importaciones de fibra: por ejemplo, en 2007se importaron 2,272 toneladas procedentes de Brasil; en 2009 sumaron 1,937 toneladas; en 2011 fueron 1,987 toneladas y el año pasado ascendieron a 2,600 toneladas, todas de Estados Unidos.