El crimen no es aleatorio y no ocurre en todas partes. Las características de un lugar pueden incrementar o prevenir los crímenes violentos. En nuestro reciente estudio sobre crimen en el Caribe, Restaurando el Paraíso en el Caribe: Combatiendo la Violencia con Números (resumen ejecutivo en inglés y español aquí), encontramos que los crímenes que son más comunes en la sub-región – asalto y lesiones personales – ocurren principalmente dentro del barrio de las víctimas (66% de los casos).
En este estudio, nos preguntamos ¿cuáles son las características de estos barrios? Encontramos que aquellas víctimas de crímenes violentos en el Caribe reportaron sus barrios como vecindarios con niveles de desorden físico significativamente altos (basura, grafiti y estructuras abandonadas) en comparación con las personas que no fueron víctimas. Por otro lado, un alto nivel de cohesión social reportado, o confianza entre vecinos, parece proteger contra la victimización de crímenes violentos y robo en vivienda.
Sin embargo, ¿Podría ser que estas características del barrio estén simplemente capturando las características socioeconómicas de los individuos – como el nivel de riqueza o educación de los individuos? No necesariamente. Incluso cuando controlamos por riqueza, ingreso y educación, el desorden en el vecindario y la cohesión social son algunos de los predictores más fuertes de la victimización por crímenes violentos.
El crimen también está altamente concentrado en determinados segmentos de calle, o micro-áreas, dentro de los vecindarios. Muchos estudios, utilizando datos georeferenciados de la policía, muestran que esto es verdad en países desarrollados (Weisburd, 2015). Un reciente estudio realizado por el BID, muestra que este fenómeno se presenta también en América Latina, donde el 50% de los crímenes ocurren en el 3.5% a 7% de los segmentos de calle.
El Caribe parece no ser la excepción. En Puerto España, Trinidad y Tobago, por ejemplo, solo el 26% de los segmentos de calle registraron crímenes en el 2014. En esta ciudad, ¡sólo el 3% de segmentos de calle concentraron el 50% de todos los crímenes!
¿Qué se puede hacer?
Estos resultados brindan evidencia sobre la importancia de concentrar las iniciativas de control y prevención en áreas específicas donde el crimen ocurre, pero además en lugares con baja cohesión social y alto desorden en el barrio. Ciertas acciones específicas deben tomarse:
Usar sistemas de información geográfica para mapear el crimen y activos comunitarios.
Aplicar vigilancia policial en puntos calientes usando estos mapas, mediante el incremento del patrullaje, así como del despliegue de la policía comunitaria y orientada a problemas en micro-áreas donde el crimen está concentrado. Esto requiere datos de calidad y su análisis efectivo. Además, requiere lo que Sherman (2013) describe como “el enfoque de la triple T” (por las siglas en inglés): Enfocarse en el área correcta, comprobar si las intervenciones reducen el crimen, y verificar si los oficiales están realmente patrullando las áreas que deberían.
Más allá de mantener el orden público, se deben de identificar las áreas donde hay un déficit de cohesión social. Donde existen los déficits, se deben de diseñar intervenciones para: incrementar la voluntad de los vecinos de hacer algo en respuesta a los problemas comunitarios e incrementar la confianza y el sentido de responsabilidad y pertenencia a la comunidad.
Desarrollar las intervenciones orientadas a la solución de problemas para reducir el desorden físico en áreas específicas, lo cual también puede incrementar la cohesión de la comunidad y reducir el miedo.
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