18 de septiembre de 2013

VECINO VIGILANTE YUCATAN | EL CUENTO DEL PESCADOR Y EL BANQUERO


Un banquero de inversión americano estaba en el muelle de un pequeño pueblo costero mexicano cuando un pequeño bote con un solo pescador atracó. Dentro del bote había varios atunes aleta amarilla. El americano elogio al mexicano por la calidad del pescado y le preguntó cuánto tiempo le había tomado pescarlos.

El mexicano respondió: “Sólo un poco de tiempo.”

Luego, el americano le preguntó ¿por qué no te quedas más tiempo para sacar más pescado?

El mexicano le dijo que él tenía lo suficiente para satisfacer las necesidades inmediatas de su familia.

El americano luego preguntó, “pero, ¿qué haces con el resto de tu tiempo?”


El pescador mexicano dijo, “duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, tomo una siesta con mi señora, María, y paseo por el pueblo cada noche, donde tomo vino y toco la guitarra con mis amigos. Tengo una vida completa y ocupada.”

El americano le replicó. “Tengo una MBA en Harvard y te puedo ayudar”, dijo.” Deberías pasar más tiempo pescando, y con las ganancias comprar un bote más grande. Con los ingresos del bote más grande, podrías comprar varios botes y eventualmente tendrías una flota de botes pesqueros. En vez de vender el pescado a un intermediario, lo podrías vender directamente a un procesador, y eventualmente abrir tu propia procesadora. Puedes controlar la producción, el procesamiento y la distribución”, continuó. “Por supuesto que necesitas salir de este pequeño pueblo e ir a la ciudad de México, luego a Los Ángeles y finalmente a Nueva York, donde situaras tu empresa en expansión”.

El pescador mexicano preguntó: “Pero, ¿cuánto tiempo tarda todo eso?”

A lo que el americano respondió, “Oh, de 15 a 20 años más o menos.”

“¿Y luego?” preguntó el mexicano.

El americano se rió y dijo: “Esa es la mejor parte. Cuando llegue el momento, deberás anunciar una oferta pública de venta y vender las acciones de tu empresa al público para llegar a ser muy rico. ¡Podrías hacer millones!”

“Millones, ¿y luego qué?”

Responde el americano, “entonces podrías retirarte. Moverte a un pueblito en la costa donde puedas dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con tus hijos, echar la siesta con tu mujer y dar un paseo hasta el pueblo por las noches, para beber vino y tocar la guitarra con tus amigos”.