Los yucatecos tenemos mucho que aprender de la zarigüeya, pues hay suero antiofídico, es decir, antídoto contra las
mordeduras de serpientes venenosas, gracias a este marsupial americano,
que aguanta hasta 80 mordidas de víbora de cascabel o de coralillo, y
además es inmune a virus y enfermedades que en otros animales o personas
resultan mortales.
Además también es la última barrera de
defensa que nos queda contra el mal de chagas, ya que el bicho que lo
transmite busca en las noches primero a la zarigüeya para chuparle la
sangre, y si no hay ninguna cerca porque ya las matamos, entonces se
mete a las casas para picar, chupar y eventualmente enfermar a los seres
humanos.
Eso informó ayer la presidenta de la Asociación por
los Derechos de los Animales en Yucatán, Dra. Rosario Sosa Parra, quien
añadió que en vez de matar a las zarigüeyas hay que protegerlas, y que
incluso en el Popol Vuh se le reconoce como la “madre prolífica y
resistente”.
Lo que aquí en Yucatán pasó es que se le dio el
mote de “zorro” sin serlo realmente, sino tal vez porque es omnívora,
como el ser humano y en su dieta incluye a las gallinas de los patios.
Sosa Parra relató que los muchachos del Instituto Freyre defendieron a
una zarigüeya a la que estaban torturando y se la llevaron para curarla.
Finalmente pidió a toda la gente consciente que cuando encuentren a una
zarigüeya no la maten, que mejor le avisen al teléfono 920-7501, para
rescatarla.