15 de agosto de 2012

VECINO VIGILANTE YUCATAN: Recordando a mi Abuelo


Recuerdo la mañana del 4 de julio del 2003, cuando en mis brazos mi abuelo suspiró por última vez. Minutos antes de parar de respirar, tomé sus manos cansadas y frágiles, me imaginaba cómo con estas manos tiernas, fuertes y llenas de vida me sostuvieron a presentar y dedicarme al Señor cuando estuvo en su fortaleza. Estas mismas manos que me acariciaban para consolarme de niño, joven y adulto. Estas manos que también me corregían cuando no me portaba bien. Estas manos que tantas veces oraron por mí cuando de niño y de grande me enfermaba. Estas mismas manos que me bendijeron no docenas, si no cientos de veces en el transcurso de mi vida. Ahora con mis brazos y mis manos estaba cargando a mi abuelo entregándolo al Señor.

Le doy gracias a Dios por la influencia de mi abuelo que me fue de bendición en vida, comenzado desde mi niñez, mi juventud y hasta el día que cesó de respirar. Mi esposa e hijos también fueron bendecidos con su cariño y calor. Me siento privilegiado de no solamente haber tenido un abuelo especial, lo cual muchos carecen, sino también de haber tenido un hombre de Dios como mi abuelo. Yo creo que muchos abuelos no se dan cuenta del gran impacto que pueden tener en las vidas de sus nietos y especialmente de sus nietos varones. Mi hermano que eres abuelo, no tomes por alto tu lugar como abuelo ni te des por vencido, busca la forma y manera con la ayuda de Dios a influenciar a tus nietos para el Señor. Esta es la herencia máxima que les puedas dejar.

Hoy en día tengo el privilegio de escuchar a multitudes conocidos y no conocidos, de cómo los mensajes que el Espíritu Santo de Dios puso en sus labios han impactado o están impactando a sus vidas. Yo mismo soy testigo de ello en mi propia vida, porque me ha impactado y bendecido también. Con la ayuda de Dios quiero continuar juntamente con mi esposa, hijos, hermanos y compañeros a anunciar por todos los medios y maneras disponibles a compartir los mensajes de la Palabra de Dios que impactaron la vida de mi abuelo, la mía y la de multitudes en diferentes partes del mundo. ¡A Dios sea la honra y la gloria! Estoy no por la astucia ni las fuerzas de mi abuelo, sino por el Santo Espíritu de Dios que se manifestó en este vaso rendido y disponible.

Nueve años han pasado y extraño bastante a mi abuelo. Recuerdo que en las últimas semanas y días, me decía seguido que estaba muy fatigado y que quería irse ya con el Señor, pero que la única razón que quería quedarse, que aunque no podía hacer mucho ya, era para respaldarme en el trabajo del Señor. Le doy gracias al que le dio ese sentir a mi abuelo de respaldarme, porque Él es el que lo ha hecho en estos nueve años. Y gracias a Dios por todos mis hermanos que han hecho lo mismo. Dios los bendiga, los guarde y utilice siempre para su honra y gloria. "La memoria del justo será bendita..."