11 de abril de 2014

VECINO VIGILANTE YUCATAN | HIJOS QUE NO RESPETAN NI A SU MADRE..!!!


Ayer por la noche, camino a mi casa paré en el Oxxo al lado del Cumbres a comprar unas cosas, en la caja mientras pagaba, escuché los gritos de un niño. Volteé a ver para encontrarme a una joven señora con la mortificación y vergüenza en el rostro, ya que en ese preciso momento en que dijo no a su hijo, por lo que fuese que este quisiese comprar, visiblemente agitado por la negativa le gritaba a su mamá “Estúpida”.

No pude sino sentir pena ajena por esa mujer, que no hizo absolutamente nada ante el fúrico embate de su hijo por pena o por ser creyente de esta, a mi ver, estúpida manera de pensar de la nueva generación de padres que no creen en la nalgada a tiempo y pretenden criar hijos que puedan diferenciar lo correcto de lo incorrecto con palabras que significan menos que nada para un infante por la simple razón que sus en esa etapa de inmadurez de sus vidas esas palabras carecen de significado entendible. La razón es simple:

De acuerdo a los estudios del neurocientífico norteamericano, Dr. Paul D. MacLean, en esencia, el cerebro humano consta de tres formaciones que incluso podríamos decir que funcionan como cerebros independientes. Cada uno de estos posee su propia “naturaleza” es decir su inteligencia natural y forma su propia subjetividad individual, sentidos de espacio-tiempo, recuerdo y memoria entre otras miles de funciones. Estos tres “cerebros” son el reptiliano, el límbico y el neocórtex, interconectados a nivel neuronal y bioquímico, controlando cada uno diferentes funciones de nuestro cuerpo y por supuesto de nuestro proceso de pensamiento, mente y aprendizaje.

El  cerebro reptiliano regula las funciones fisiológicas involuntarias y es el responsable de la parte más primitiva de reflejo-respuesta. No piensa, no alberga ni siente emociones, simplemente actúa. A este le debemos el parpadear, respirar, nuestra temperatura, el hambreo la sed y los impulsos sexuales-reproductivos por nombrar algunos.

Por encima del reptiliano, tenemos el sistema límbico, que es aquel que almacena y guarda de nuestras emociones y recuerdos. En este se encuentra una amígdala, considerada la base de la memoria afectiva y entre sus funciones y motivaciones el miedo, la cólera, el amor y/o amistad por nombrar unas de sus funciones.

Por último, tenemos el neocórtex o “cerebro racional” que es quien permite tener conciencia absoluta y control de nuestras emociones, a la vez que desarrolla las capacidades cognoscitivas como: memorización, concentración, introspección, resolución de problemas, entre ellos la habilidad de escoger el comportamiento adecuado tanto a nivel fisiológico como emocional en el momento correcto. Para explicarme mejor, estos cerebros se agrupan en el primer y el segundo cerebro y se les conoce como “cerebro emocional inconsciente”; y al tercero, como “cerebro racional consciente”.

Regresemos a la mujer del Oxxo. Si yo hubiese llamado a mi madre estúpida, la respuesta de esta hubiese sido una buena nalgada o en su defecto una bofetada que quedaría perfectamente almacenada en mi primer y segundo cerebro, que es el emocional inconsciente. La siguiente vez que mi madre me diga no a algo, quizá me causaría molestia pero mi segundo cerebro, el límbico iniciaría un proceso de recuerdo de lo acontecido y mi primer cerebro el reptil, que no alberga ni siente emociones y simplemente actúa, lo haría en consecuencia. Es decir, no se repetiría un episodio como este dado que ya sé cómo terminará la historia. Lo aprenderé muy bien y cuando crezca y lo pueda razonar entenderé a la perfección porqué mi madre actuó de esa manera.

Si ella no actúa y lo deja pasar, en mis cerebros se grabarán toda clase de cosas que harán que yo sienta que me merezco todo, creará en mi un patrón de egocentrismo absoluto y por lo general, muy poca empatía con el mundo que me rodea.

Lamentablemente, actualmente podemos ver un fuerte patrón en esta generación de padres… “Yo no creo en agredir a mis hijos” “Yo no creo que la violencia sea una forma de educación” Y es correcto, se puede educar con firmeza y en efecto, la agresión y la violencia no son opción pero ¡hay que educar!... Qué equivocados están aquellos que confunden una cosa con otra.

Hoy vemos a una generación alejada de aquellos valores de respeto y educación que nos fueron inculcados por nuestros padres. Hoy los jóvenes llaman a los padres de sus amigos y amigas por su primer nombre… -¡“Hola Pedro”!-

Muy pocos mantienen la cortesía de llamar a las personas mayores por “señor o señora” y ni que decir de ceder una silla a una dama que se encuentra de pie.

¿Qué mundo les espera a nuestros hijos? ¿Un mundo donde impera la fuerza y donde eres tratado por lo que tienes y no por lo que eres? Si es así y tengo vida para entonces, creo que preferiré irme a vivir a una isla en medio de la nada.

Para aquellos que dicen: “Es que se están perdiendo los valores” quisiese responderles:  -No, los valores no se han ido a ningún lugar. Ahí siguen para quienes los quieren tomar. ¿Tú los procuras? ¿O te es más fácil voltear al otro lado?-

Yo le pregunto a mis lectores: ¿Qué reacción hubiesen tenido sus padres si les hubiesen gritado “Estúpido(a)”?

Cuando escucho a esos padres que dicen: “Es que yo soy amigo de mis hijos” me dan risa y me dan lástima porque no se dan cuenta de algo en extremo importante:

Los hijos necesitan PADRES, guías y ejemplos… Ellos ya tienen amigos… y tú no eres uno de ellos.

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