27 de noviembre de 2012

VECINO VIGILANTE YUCATAN.- 'Sobre ruedas' un programa para reflexionar ante los accidentes de tráfico


«No puede imaginar la cara que pusieron cuando les entregué aquella pierna izquierda envuelta en un plástico. Son imágenes que te acompañan toda la vida».

«Cuando fui a su casa para decirle a sus padres que ese chaval había muerto se me hizo un nudo en la garganta. Me abrió el padre. Me miró, le miré y nos echamos a llorar».

Son los testimonios de Ángel, y José, un bombero y un agente de Policía Local que en la jornada del jueves pusieron los vellos de punta a unas mil personas en el Centro Cultural de Adra, miembros de la Federación Andaluza de Personas Sordas (FAAS), que contaron con un intérprete pero la mayoría estudiantes de los institutos de Berja y Adra, que participaron en la actividad 'Sobre Ruedas', un programa inscrito dentro del Plan Integral de Atención a la Accidentalidad de la Consejería de Salud y Bienestar Social, que establece distintas medidas para informar y sensibilizar a la población acerca de los accidentes de tráfico y los factores de riesgo.

El plan cuenta con la participación activa de la Consejería de Educación, corporaciones locales y las asociaciones AESLEMA (Asociación Española para el Estudio de la Lesión Medular Espinal) e IRSA (International Safety Academy).
A través de 'Sobre Ruedas' se pretende tanto reducir el número de accidentes de tráfico y sus consecuencias entre la población como sensibilizar a los jóvenes en el ámbito educativo y promover entre esta población cambios de actitud ante las conductas de riesgo.
«Por favor» lo pidieron los intervinientes que contaron sus testimonios y por favor también lo pidieron los políticos que se encargaron de abrir el acto. La concejala y primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Adra, Carmen B. López, dirigiéndose a los jóvenes dijo que era muy importante «que toméis en consideración lo que vais a ver aquí esta mañana. Sois todos jóvenes y tenéis una vida hermosísima por delante, por ello debéis ser conscientes de la seguridad vial».
Por su parte, la delegada de Educación y Cultura, Isabel Arévalo, agradeció la organización de este acto «con el que pretendemos concienciaros de la importancia de evitar accidentes y seáis responsables». Igualmente, el delegado territorial de Salud y Bienestar Social, Alfredo Valdivia hizo hincapié en dos cuestiones fundamentales: «hay que ponerse el cinturón cuando se va en un coche y el casco en la moto es trascendental. Siempre pensamos que un accidente no nos puede pasar a nosotros».
Tras ello se apagaron las luces del Centro Cultural abderitano y su escenario se convirtió en una improvisada pista de discoteca, con luces y música, y dos alumnos realizaron una actuación: una chica como DJ y un chico como joven que después de beber dice que no pasa nada por coger el coche, ante los gritos, silbidos y aplausos de los jóvenes. Esto dio paso a una serie de vídeos con imágenes escalofriantes que mostraban la cruda realidad de los accidentes, con niños, jóvenes y mayores como víctimas.
Testimonios
Entre las imágenes fueron tomando la palabra representantes de quienes de una forma u otra han vivido en primera persona un accidente de tráfico.
Comenzó José Prados, agente de la Policía Local de Adra, quien con la voz entrecortada explicó que con los años de servicio «vas acumulando experiencias, y muchas de ellas no son gratas. Hace unos 14 años yo era policía de barrio cuando un día me reclamaron para atender un accidente de tráfico en una glorieta, con una víctima: un chico joven con un ciclomotor que no llevaba casco y colisionó contra un muro al no ir a la velocidad adecuada. Cuando vi el ciclomotor lo reconocí, yo conocía al que lo conducía. El chico, que tenía unos 16 años, buen estudiante y amigo, tenía la cabeza tapada y estaba en un mar de sangre. Pero sabía quién era, también conocía a su padre. Y tuve que ir a su casa a darle la mala noticia. Por el camino te vas mentalizando, pensando qué decir, cómo hablar. Al tocar la puerta salió el padre y en ese momento se me hizo un nudo en la garganta. Me le quedé mirando a lo ojos, él me miró y nos abrazamos, nos echamos a llorar y al final se lo expliqué».
Y con lágrimas en los ojos contó también su experiencia uno de los bomberos del parque de Poniente, en El Ejido, sobre cómo tuvieron que sacar a un joven cuyo vehículo se había empotrado cuando corría con otro en una carrera, «y del coche salía una farola, del sitio donde debería estar sentado el conductor. Quieres que el tiempo se detenga y parece ir más deprisa, el chico puede entrar en parada respiratoria, y lo peor que te puede pasar como profesional es que se os muera alguien en las manos. Logramos sacarle, ponerle en la tabla con un collarín y entregárselo al servicio sanitario. Y también entregué su pierna izquierda envuelta en un plástico. Y cuando acabas un servicio quieres irte a casa, pero tengo que recoger los materiales y volver al parque de bomberos, donde tengo que limpiar la sangre y volver a prepararme para otra salida».
Dirigiéndose al público dijo esperar «que nunca tengamos que vernos entre cristales y olor a gasolina».
El tercero de los testimonios fue el de un sanitario del 061, que contó cómo puede cambiarle la vida a alguien por una imprudencia, con el ejemplo de un joven que iba en moto y se cayó al ir bromeando con otro amigo. «El chaval estaba consciente pero no se podía mover. Le atendimos, no sentía las piernas ni las manos y nos decía que si es que con 16 años se estaba quedando paralítico. Pero no podemos decirle que se va a quedar en una silla de ruedas, tratas de darle ánimos aunque por dentro te guardas ese dolor que sentimos los que atendemos un accidente».
Y Juan, coordinador en Almería de AESLEME, completó esa historia en primera persona, porque él sufrió un accidente por ir a más velocidad de la permitida y como no llevaba el cinturón estuvo meses sin poder moverse. Pasó por un coma, meses de rehabilitación, pero su vida cambió por completo cuando con 29 años le dijeron que debería ir en silla de ruedas. «Por culpa de la estupidez que cometí. Y aprendes a vivir así, que no es fácil, hay obstáculos. Mi vida cambió radicalmente por un error. Debéis ser conscientes de que esto pasa».
Y tras esos testimonios, no hubo gritos ni risas en el Centro Cultural. Sólo silencio y aplausos.