19 de julio de 2012

Se deben evitar contaminación del manto freático en Yucatán

El director de la Junta de Agua Potable y Alcantarillado de Yucatán (Japay), Roberto Pinzón Alvarez, informó que las próximas autoridades deben extremar medidas de protección al manto freático para garantizar la calidad del líquido.
Afortunadamente el Estado cuenta con mucha agua en el subsuelo lo que no pueden jactarse los estados del Centro, Occidente y Norte del país que dependen de represas para tener el líquido.
Por ello deben hacerse esfuerzos para sanear el manto freático ante el peligro de contaminación del agua que consumimos y sigua siendo de buena calidad para la población, comentó.
Por ello los productores de cerdos y aves y hasta los molineros están tratando de tener equipos para tratamiento de sus aguas negras para cuidar el manteo freático, indicó.
La verdad es de gran beneficio contar con suficiente agua en el subsuelo y que la gente lo tenga disponible las 24 horas todos los días del año y aún en tiempos críticos como de elevadas temperaturas en que es mayor la demanda de agua.


Yucatán tiene en sus mantos freáticos la mayor reserva de agua dulce de México, que no se encuentra sobreexplotada pero es muy vulnerable a la contaminación que generan las actividades humanas debido a las características del suelo, en el que predominan las formaciones rocosas que facilitan la infiltración de contaminantes hacia las corrientes subterráneas.

Si no se hace algo para frenar la actual contaminación, en unos 20 años el agua que se extraiga en áreas urbanas tendrá que ser tratada antes de consumirla, lo que implicará un aumento en el costo de producción, advierte el titular de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente (Seduma) estatal, Eduardo Batllori Sampedro.

Pero ésa no es la única amenaza que pesa sobre los recursos hídricos de Yucatán. El titular de la Seduma, quien tiene el doctorado en Ciencias Geográficas con especialidad en Hidrología, señala que ante la probabilidad de que se incrementen los niveles del mar, o de que se registren períodos de sequía intensos por efectos del cambio climático, hay el riesgo de que las reservas de agua dulce dejen de ser aptas para el consumo, debido a que los acuíferos pueden salarse.

Las aguas dulces, indica, se encuentran sobre las salinas, y si disminuyen excesivamente, la presión de estas últimas aumenta.

A esa situación se suma el uso indiscriminado de cloro y ácido muriático, que acidifican el agua favoreciendo los procesos de disolución de la roca calcárea, lo que puede ocasionar derrumbes y desteches en la superficie que generen la aparición de nuevos espejos de agua o cenotes.

El funcionario recuerda que la fragilidad del acuífero quedó de manifiesto en marzo pasado, cuando profesionales del Centro de Investigaciones Científicas de Yucatán (CICY) detectaron residuos de plaguicidas en aguas de un manantial de Ría Lagartos.

Hasta ahora no es posible determinar las consecuencias del impacto ambiental causado a la biodiversidad de la zona, ya que especies como tortugas, lagartos y flamencos podrían verse afectados por el químico, sin contar con los daños en la piel que presentarían las personas que se bañen en esas aguas.

"El origen del problema deriva de la práctica de los ganaderos de ubicar sus potreros en las cercanías de los cenotes a los que los animales acuden a beber, y al momento en el que se aplica el tratamiento de garrapaticidas, residuos químicos caen directamente a las aguas que la corriente subterránea arrastra hacia los manantiales", detalla Batllori Sampedro.

A su vez, el investigador Mario Rebolledo Vieyra, del CICY, advierte que ésa no sería la única zona afectada, pues la actividad ganadera se practica de manera generalizada en el oriente, incluyendo el área conocida como "Anillo de cenotes", que abarca desde Dzilam González hasta el refugio natural de Río Lagartos.


Sufren reservas naturales golpe del ser humano

Ni siquiera las reservas federales escapan de los efectos de la contaminación que genera el ser humano.

En la reserva federal conocida como Parque Nacional Arrecife Alacranes, ubicada a más de 140 kilómetros de distancia del puerto de Progreso, han recalado objetos varios como monitores de computadoras, neveras eléctricas y hasta contenedores de gran tamaño, junto con basura menor como botellas de plástico.

De acuerdo con el subdirector del parque, Yrvin Ramírez Hernández, esta situación es generada por los barcos que vierten sus desechos a mar abierto y por las corrientes que arrastran basura desde los centros de población, e inclusive por algunos visitantes que llegan a la reserva y que en temporadas vacacionales suman hasta 160 en fines de semana.

"Hemos llegado a contabilizar hasta 40 embarcaciones en un día. Tan sólo el año pasado llegaron a la reserva aproximadamente 7 mil visitantes", expresa.

Apunta que en el más reciente operativo de limpieza se recolectaron en las cinco islas del arrecife 10 toneladas de desechos, que fueron trasladados a tierra firme por trabajadores de Servicios Integrales de Conservación en el Estado de Yucatán (Sicey).

Además de la generación de basura, la presencia de los visitantes causa daños a la vegetación, formada principalmente de arbustos que son pisoteados, utilizados como baños públicos (aunque hay letrinas en el lugar) y para amarrar las embarcaciones.

A esto se añade que la falta de conocimiento sobre la importancia de esa reserva natural hace que los visitantes vean como algo "normal" echar el ancla en cualquier parte, sin pensar en el daño que pueden causar al lecho marino, donde hay arrecifes coralinos que son afectados irreversiblemente.

La presencia del ser humano y de la basura que genera ha dado lugar a que se presente una invasión de ratas que presumiblemente llegaron en los barcos, y que encontraron en las islas un lugar idóneo para vivir, pues comen los huevos de las aves e inclusive a las crías, perjudicando a la fauna nativa.

El mayor depósito de agua dulce, en riesgo

Los suelos de Yucatán están constituidos en su gran mayoría de rocas sedimentarias porosas formadas de carbonatos, conocidas como "piedra caliza" o roca kárstica, que se caracterizan por su alta permeabilidad y que filtran el agua de las lluvias -que acumulan en la zona sur hasta mil 200 milímetros anuales-, para constituir los dos grandes acuíferos con que cuenta la entidad y que son considerados como la más grande reserva de agua dulce en la República Mexicana.

En el subsuelo se forma una "lente" de agua dulce delgada que flota sobre una masa de agua salina, más densa, cuyo origen es la intrusión marina natural, que de acuerdo con especialistas en Yucatán llega hasta 110 km tierra adentro.

"De aquí surge el peligro de que se contaminen las reservas con agua salada, en caso de sequías prolongadas", advierte el titular de la Seduma, Eduardo Batllori Sampedro.

Las dos reservas de agua dulce de Yucatán están separadas por la llamada "Sierrita de Ticul", y se diferencian por algunos elementos que contienen y que generan tres familias de aguas: las cálcico sulfatadas, que contienen importantes cantidades de azufre; las sódico cloruradas, que se encuentran por debajo del territorio cercano a las costas y tienen gran cantidad de sal; y las cálcico carbonatadas, que son la más aptas para beber.

Batllori Sampedro subraya que a pesar de su importancia, los mantos acuíferos del Estado son muy susceptibles de contaminarse, debido precisamente a la filtración de contaminantes que van desde la superficie hasta las costas.

Por otra parte, la presencia de la piedra caliza y sus procesos de continua erosión debido al incremento de acidez favorecen la formación de sistemas de drenaje subterráneos, con las típicas formaciones de grutas y cenotes, que a la fecha son imposibles de contabilizar de manera fehaciente.