12 de julio de 2012

Pizzas refrigeradas (las del supermercado y similares)

Últimamente el ajetreo de la vida diaria nos deja poco tiempo para cocinar.
Lejos quedaron los días donde mamá o la abuela nos deleitaban con sus manjares.
Los cambios de roles y las necesidades de la vida moderna nos hacen buscar soluciones rápidas y sabrosas para toda la familia.


La pizza refrigerada o congelada, entra en esa categoría.
Nos gusta a todos, es fácil de preparar y tenemos muchas variedades a nuestra disposición.

Confiamos en que los diversos elementos con la que se prepara nos asegure cierto valor nutricional.

La triste realidad es que su capacidad como alimento es más bien pobre.

Los últimos estudios determinaron ciertos fallos en nuestra tan amada pizza.

Para empezar, la cantidad de masa supera ampliamente los ingredientes los que se transforman en apenas elementos decorativos. Hablamos de relaciones de hasta el 85% de masa respecto a los ingredientes en los peores casos.
Existen algunas pocas marcas que equilibran más este aspecto, pero son minoría.

Algunas no tienen queso aunque lo parezcan.
En ciertos casos se ha detectado un producto graso como sustitutivo. Por supuesto las etiquetas de estas pizzas tampoco declaran tener queso.
Así que hay que estar atento.

A veces el fabricante es algo tacaño con los ingredientes más caros como el jamón cocido.

Algunos otros defectos son los bordes demasiado tostados, a veces quemados, el tostado irregular por debajo, la separación de la parte grasa del queso cuando se calienta y no es raro encontrar cartílagos en el jamón.

Una buena solución es comprar la masa hecha y poner nosotros mismos los ingredientes en la cantidad y la calidad adecuadas.