¿Es posible "entrenar" o "capacitar" a los menores en materia de autoprotección para que ellos, como niños, y nosotros, como adultos, estemos más seguros y tranquilos?
Desde que nacemos y hasta que llegamos a una edad de 2 dígitos, todo el aprendizaje en materia de seguridad y protección depende, en primera, instancia de nuestros padres (familia) y, paralelamente, de la escuela a donde asistimos. La gran mayoría de los conceptos que nos son impartidos se basan en medidas netamente restrictivas y disuasivas, enfocadas a diferenciar entre lo blanco y lo negro, entre lo que sí se puede y lo que no se puede, para evitar mayormente accidentes y/o daños a nuestra integridad física, ya que siendo tan pequeños no nos es posible delimitar claramente las fronteras de aquello que nos puede infligir un daño irreversible.
Sin embargo, llega un momento en que el niño ya no estará de la mano de mamá o de papá todo el tiempo, ya no permanecerá en mayor medida en su propia casa, comenzará la interacción con el mundo y su gente; sus márgenes de independencia crecerán, se expandirán y, de manera proporcionalmente inversa a esa felicidad que da el verlos crecer, los papás se preocuparán de las amenazas que se ciernen sobre el pequeño que está en vistas de dejar de serlo, pero muy lejos aún de ser un adolescente, sabiendo que no podrá estar nunca más de manera permanente a su lado (independientemente que sea o no lo conveniente), de ahí que la mejor herramienta para ayudarlo y ayudarnos sea el "entrenar" al niño para que aprenda a reconocer los síntomas de aquellas posibles amenazas y, lo más importante, que tenga la confianza y un canal de comunicación, abierto permanentemente, para platicárselos a sus padres y/o familia.
Por esta razón, resulta fundamental educar a los menores, para que al crecer y desarrollarse, adopten los hábitos de seguridad que los acompañarán el resto de sus vidas.
Siendo un mayor de edad me quedan claras las amenazas a las que estoy expuesto, ¿estas mismas amenazas aplican para los niños pequeños o son diferentes?
Las amenazas para los niños no son las mismas que para un adolescente o para un adulto, el motivo por el cual el delincuente es atraído a su víctima cambia.
Como adultos, normalmente, representamos para los "malos" una motivación para obtener una ganancia económica, mientras que con los menores el tema del motivo satisfactor no necesariamente se enfoca a un beneficio de tipo económico; existen otras motivaciones de tipo sexual que suelen darse por gente cercana y no precisamente por extraños que acechan las calles, de ahí que sea sumamente importante el saber reconocer las conductas atípicas que pudiesen mostrar signos de advertencia.
El atacante, en una gran mayoría de sexo masculino, utiliza generalmente fuerza física y amedrentamiento verbal, aprovechando su superioridad de edad, madurez o poder sobre el niño y las consecuencias del abuso sexual constituyen una experiencia traumática, la cual es vivida por la víctima como un atentado contra su integridad física y psicológica.
¿Quiénes son los enemigos potenciales de los niños y cómo los podemos reconocer?
- Los abusadores sexuales de menores son mayoritariamente hombres (casi un 90%).
- Lamentablemente, suelen ser familiares o amistades allegadas del menor, por lo que tienen una relación previa de confianza con éste (menos del 20% de los agresores sexuales son completos desconocidos para el menor).
- Busca acceso legítimo a niños a través de empleos y trabajo voluntario, un "disfraz" que haga perfectamente normal el estar cerca de sus víctimas potenciales.
- Le cuesta mucho trabajo el relacionarse socialmente con adultos.
- Pasa más tiempo de lo usual con niños.
- El abusador sexual es una persona de apariencia, inteligencia y vida normal. Con todo, suelen presentar rasgos marcados de neurosis e introversión, así como inmadurez (en forma de infantilismo en la mayoría de los casos).
- Las mujeres abusadoras suelen ser mujeres adultas que cometen el abuso sobre adolescentes.
Por lo anterior es importante mantenerse alerta si:
- Un adulto está o pasa demasiado tiempo con su hijo.
- Su hijo tiene juguetes nuevos o regalos que usted no le dio.
- Su hijo habla con conocimiento sobre lugares y/o actividades que usted no conoce.
- Una persona se ofrece continuamente a cuidar a su hijo.
- Una persona se involucra en actividades que requieren únicamente a su hijo y a él.
El abuso sexual de un menor es un proceso que se desarrolla gradualmente y si, como padres, conocemos las distintas etapas, podremos reconocer los síntomas si es que se llegan a presentar:
Etapa de seducción: el abusador manipula la dependencia y la confianza del menor, al paso del tiempo prepara el lugar y momento del abuso. Es en esta etapa donde se incita la participación del niño por medio de regalos o juegos.
Etapa de interacción sexual: es un proceso gradual y progresivo, que puede incluir comportamientos exhibicionistas, voyeurismo, caricias eróticas, masturbación, etc.
Etapa de secrecía: el abusador, generalmente por medio de amenazas, impone el silencio en el menor, a quien no le queda más remedio que adaptarse.
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