Uno de los grandes contrates entre la
ciudad y el campo es la cantidad de vegetación que se encuentra en cada
uno. Las grandes ciudades por lo regular se caracterizan por la cantidad
más bien menor de áreas verdes, aunque también es cierto que en décadas
recientes son cada vez más constantes los esfuerzos por revertir esta
tendencia.
Y más allá de los beneficios inmediatos
que conlleva, para quienes viven en una ciudad, encontrarse con una
ciudad verde y viva, un estudio reciente ha encontrado que al menos en
lo que respecta a Philadelphia, una mayor cantidad de árboles se traduce
en una baja de los índices de criminalidad.
La investigación, publicada en el número más reciente de la revista especializada Landscape and Urban Planning, corrió a cargo de Mary K. Wolfe y Jeremy Mennis, del Departamento de Geografía y Estudios Urbanos de la Temple University.
Los académicos recolectaron información
sobre los delitos cometidos en la zona desde 2005, clasificándolos por
vecindario (cada uno aproximadamente mil personas) y tipo de crimen
(asalto callejero, carterismo, robo a casa o negocio y otros; los únicos
no incluidos fueron el asesinato y la violación, que son poco usuales
en Philadelphia). El siguiente paso fue confrontar esta información con
imágenes de un satélite de la NASA capaz de detectar la cantidad de
clorofila presente en determinado territorio.
De acuerdo con este ejercicio, la
presencia de áreas verdes coincidió con los barrios más seguros y, por
el contrario, aquellos donde los índices de criminalidad eran más altos,
eran también los que menos vegetación presentaban. Lo interesante es
que esta conclusión se mantuvo incluso tomando en cuenta otros factores
como la densidad de población y los índices de pobreza y educación de
determinada zona.
En cuanto a la posible explicación de
este fenómeno, los autores sostienen que, por un lado, las áreas verdes
estimulan a las personas a salir y ocupar el espacio público, hacerlo
suyo, lo cual debilita la ocurrencia de crímenes. Por otro, la
vegetación posee un probado efecto terapéutico, que calma y atempera emociones ligadas con el estrés, la irritabilidad y otros asociados a etapas previas a un acto violento.
La conclusión, por supuesto, todavía es
provisional, pero sin duda promisoria, pues presenta un argumento
potencialmente incontrovertible para llenar de áreas verdes los espacios
urbanos.