Transgénicos es el nombre común que se le da a los organismos modificados genéticamente.
Los genes son segmentos de ADN que contienen un código necesario para el desarrollo y la actividad biológica de todo ser vivo.
A los organismos se les manipula el material genético en
laboratorios, donde han sido diseñados o alterados deliberadamente, con
la finalidad de incluir alguna característica específica.
Realizadas por ingenieros genéticos, las técnicas consisten en aislar segmentos del ADN
de un organismo e introducirlos en el material genético de otro. Al
hacer esta manipulación, las características se convierten en
hereditarias y los cambios se transfieren a la siguiente generación.
La aplicación de esta tecnología se realiza en seres vivos del reino animal y vegetal.
Los casos mas comunes son en la ganadería y la agricultura, donde se
han desarrollado vacunos y ovinos que crecen mas rápido y que producen
carne de mejor calidad, leche con proteínas similares a las que contiene
la leche materna y en el cultivo de granos, que los convierten en
resistentes a los efectos de los pesticidas, aunque se utilicen
sustancias para matar las malas hierbas que crecen a su alrededor, los
cultivos no son destruidos por los herbicidas.
También se utiliza la manipulación genética en medicina humana.
Enfermedades como la diabetes se tratan hoy en día gracias a éstas
técnicas. Antes de la aparición de la insulina humana, a los pacientes
se les administraba insulina de cerdos y vacas, que aunque similares,
las pequeñas diferencias podían llegar a producir reacciones adversas
como por ejemplo alergias.
La producción de grandes cantidades de insulina sin tener que
extraerla de los humanos fue posible porque se aisló el gen productor
del resto de ADN humano, se insertó dicho gen en una bacteria y
se realizaron cultivos bacterianos para obtener un gran número de
ellas. De estas bacterias se extrae la insulina que se usa desde los
años ´80.
El uso de la genética no es nada nuevo. Desde hace cientos de años se
han mejorado razas de animales de granja, de animales de compañía o de
variedades vegetales comestibles mediante el cruce sexual controlado,
aprovechando la variabilidad natural, realizando inseminaciones
artificiales, logrando la aparición de mutaciones espontáneos. Los casos
mas comunes se daban en los caballos de raza y los vacunos.
En tiempos mas cercanos, científicos han producido en laboratorios
ratones con genes humanos, para que su sistema inmunológico actúe como
el del hombre y de esta manera estudiar los efectos de diferentes
patógenos sin tener que experimentar con humanos.
La ingeniería genética se encarga, en lugar de mezclar genes al azar,
de tomar el gen que le interesa e introducirlo en otro organismo
deseado. Si en el diseño de un alimento se emplea esta nueva tecnología,
se generan los llamados alimentos transgénicos.
En la actualidad, los productos transgénicos se comercializan en todo
el mundo, pero los pioneros y los que representan un gran volumen
corresponden a países como Estados Unidos, Australia, Canadá y Japón.
Al construir alimentos transgénicos es posible saltar la barrera de
las especie, tal vez sea posible introducir características de un
organismo en otro, ya sea cercano en la escala filogenética, o como se
ve en películas del género de ciencia ficción, entre especies no
emparentadas, obteniendo una serpiente con plumas, por ejemplo.
Pero volviendo a la realidad comprobable, en muchos alimentos
fermentados se han aplicado técnicas de ingeniería genética, como con
las bacterias lácticas o las levaduras que han sido modificadas con
genes exógenos, logrando quesos en los que se acortan los tiempos de
maduración o vinos con un incremento de aroma afrutado.