El consorcio multinacional Chinamex Middle Fast Investment & Trade Promotion Center, con total anuencia del Ministerio de Comercio de la República Popular China, se propuso, con inusitado interés, construir una réplica maximizada del Dragón Mart Dubáit —ubicado en Emiratos Árabes Unidos— en suelo mexicano, y que se convierta en la puerta de Asia en América Latina.
En noviembre de 2010, luego de evaluar varias propuestas de posibles lugares para erigir el mega-proyecto, una delegación china informó que habían optado por Cancún, tras una serie de beneficios estratégicos ofrecidos por este polo turístico (como la creciente afluencia extranjera vía aérea y marítima y sus potencialidades para el comercia exterior). Sin embargo, lo que más resalta de esas traidoras dádivas son los beneficios fiscales e inmobiliarios otorgados por el gobierno de Quintana Roo. De esa forma, lo que da origen al Dragón Mart Cancún, El controvertido «paquete de apoyo», ofrecido por el gobierno quintanarroense, consiste en:
- Un subsidio para el pago de impuestos sobre Traslación de Dominio;
- Disminución en el pago de los derechos de registro ante el Registro Público de la Propiedad y del Comercio;
- Diferimiento del pago del impuestos sobre nóminas durante el período de consolidación;
- Inclusión del concepto «Turismo de Negocios» dentro de la publicidad institucional que el gobierno despliega a través de los programas de promoción turística;
- Disminución sobre los derechos de conexión ante la comisión de Agua Potable;
- Gestión ante el H. ayuntamiento de Benito Juárez con motivo de lograr una disminución del pago del impuestos sobre adquisición de inmuebles, el pago del predial por los próximos tres años; apoyo para el pago de la licencia de Construcción y los Trámites necesarios para su aprobación, conforme las modificaciones ajustadas al Programa de Ordenamiento Ecológico Local.1
1 Agustín Ambriz, dpolítica, Lucesdelsiglo, 9 de octubre de 2011.
Dragon Mart Cancún es un mega-proyecto concebido para ser uno de los centros chinos de negocios más grande del mundo y el mayor de América Latina. El complejo ocupará unas 192 hectáreas de extensión territorial. El total de inversiones oscila entre los 150 y 200 millones de dólares. Está preconcebido para estructurarse como un conjunto comercial bajo las normas arquitectónicas orientales, con pabellones mercantiles, sobre una extensión de 120 mil metros cuadrados, con naves industriales, tres mil locales y bodegas, además de una zona inmobiliaria de 60 hectáreas con mil 250 casas y conjuntos habitacionales, que darán cobijo a las entre 2500 y 3000 familias chinas que arribarán a vender su fuerza de trabajo. Dragon Mart Cancún es un proyecto comercial que aspira a convertirse en el principal centro de exhibición y comercialización de mercancía china en América Latina. De acuerdo con el proyecto ejecutivo —puesto ya en acción—, las 192 hectáreas, se localizan a siete kilómetros del Aeropuerto Internacional de Cancún, a la altura del kilómetro 331 de la carretera federal Cancún-Chetumal.
En terrenos forestales y a plena luz del día —según Isela Serrano—, se realizó el desmonte de selva baja media. Con escombro y materiales pétreos como sascab, un camión de volteo realizó, ilegalmente, labores de aplanado en un terreno paralelo a la carretera federal Cancún-Chetumal, a la altura del kilómetro 333, colindante a la ubicación del proyecto Dragón Mart. Por el cambio de uso de suelo del predio, el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA) interpuso, el 15 de junio del presente año, una denuncia ante la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) y la Procuraduría Estatal de Medio Ambiente, de acuerdo con el expediente PFPA/29.7/2.C.28.2/0113-12. Durante las labores de inspección y vigilancia que, conforme a la Ley, debió efectuar la PROFEPA, el representante del proyecto estaba obligado a presentar la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA), otorgada por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT); de lo contrario, la obra debió clausurarse con la aplicación de las multas correspondientes.2
2 Por: Isela Serrano. Luces del Siglo Cancún, Qna. Roo., 8 de agosto de 2012.
Fuera de toda norma urbana y ecológica del Municipio Benito Juárez, y sin permiso de la SEMARNAT, comenzó la deforestación de las 192 hectáreas de selvas, en la cercanía de Puerto Morelos. En esta área, la ley limita el uso del suelo a áreas naturales, turísticas y mineras, con mínima construcción de viviendas (de dos, tres o cuatro como máximo por hectárea).
Este mega-proyecto obtuvo —el 6 de septiembre del presente año— la autorización de la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA), promovida ante el Instituto de Impacto y Riesgo Ambiental del Estado de Quintana Roo (INIRA), el pasado 31 de julio. No obstante, se realizó de manera irregular, ya que este Instituto negó la consulta pública, obstruyendo, con ello, el derecho a la información y a la consulta ciudadana. Consideramos que un proyecto de tal magnitud, que tendrá severas implicaciones sociales, económicas, culturales y ambientales, debe ser evaluado por la Dirección General de Impacto y Riesgo Ambiental de la Federación y también por la Secretaría de Gobernación, pues, abiertamente, conllevará a severas transformaciones medioambientales y a una inmigración masiva de ciudadanos chinos al territorio nacional.
Además, al decir de Juan Carlos López Rodríguez, director del proyecto en el Estado, se presenta «como imprescindible un puerto de altura en Puerto Morelos, infraestructura marítima vital para que en los primeros tres años de operación el complejo comercial equipare el volumen de intercambio de mercancías que tuvo el recinto de Dubái, en el 2011, de hasta 52 000 contenedores vía marítima».3
3. Publicado por www.avazaz.org el 9 de octubre de 2012.
Puerto Morelos es un pueblo turístico-pesquero en el cual está enclavado el Parque Nacional Arrecife. Es un lugar completamente incompatible con este tipo de mega-proyectos, por sus grandes extensiones de arrecife y manglar —de gran vulnerabilidad ecológica—. Además, las principales actividades económicas del lugar son la pesca, el snorqueleo —en el arrecife— y el turismo ecológico. La amenaza del proyecto Dragon Mart Cancún para esta comunidad es inminente y alarmante, pues, tan solo para abastecer al emporio chino, tendrán que entrar por su pequeño puerto unos 140 contenedores diarios, en su primera etapa, pero, se estima que, en tres años, en pleno ciclo productivo, lleguen a entrar más de 400 contenedores por jornada. Esto, sin tomar en cuenta que, para movilizar por tierra toda esa mercancía, habría que convertir a Puerto Morelos en un colosal estacionamiento de tráileres, de áreas de carga y descarga con grúas, con lo cual habrá una afectación irremediable a sus frágiles y muy importantes ecosistemas y, de la misma forma, limitará la actividad turística en toda el área. Por otra parte, para facilitar la llegada de las embarcaciones, sin dudas, tendrán que dragar el fondo marino aledaño al Parque Nacional, que forma parte del Sistema de Arrecifes Mesoamericano, para cuya conservación y protección, México suscribió un tratado internacional hace más de una década.
El proyecto Dragon Mart Cancún se contrapone a las disposiciones establecidas en: (1) la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, (2) las normas oficiales NOM-059-SEMARNAT-2001 y NOM-022-SEMARNAT-2003, (3) el Programa de Manejo del Parque Nacional Arrecife de Puerto Morelos, (4) el Programa de Ordenamiento Ecológico Local del Municipio de Benito Juárez, Quintana Roo, México, (5) el Programa de Ordenamiento Ecológico Territorial Cancún-Tulum, (6) el Reglamento de la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente en materia de evaluación de impacto ambiental y (7) la Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable.
Permitir la construcción del Dragón Mart Cancún, en Quintana Roo, sumado a los impactos ecológicos, traería consecuencias económicas desastrosas para la industria nacional, pues, sería como «darle el tiro de gracia» a las ya afectadas industrias mexicanas, por la fuerte invasión de mercancías chinas a nuestros mercados. El proyecto plantea abrir la oportunidad a más de 3,500 empresarios chinos, para ofrecer sus productos en toda esta región —sin intermediarios, típico del neoliberalismo—. Lo que supone, una competencia desigual con las empresas locales-regionales-nacionales y una preferencia laboral hacia la mano de obra china en detrimento de los trabajadores mexicanos.
Dentro de esta clase, en extremo explotada en el país, solo al sector de la construcción se le pinta una panorámica halagadora, pero, cuando termine el proceso constructivo, qué pasará después, eso no lo dicen. Se escogen a los constructores mexicanos no por benevolencia, sino porque constituyen mano de obra barata y, sobre todo, manipulable. Por lo tanto, podrán ser sometidos a condiciones de trabajo infrahumanas para, en el menor tiempo posible, culminar la obra y reducir, lo que los capitalistas llaman, el costo de producción. Aunque, en términos revolucionarios, eso no es más que aumentar la explotación del trabajo humano para obtener plusvalía (o ganancia) relativa.
Es visible que México no puede competir con China por diferencias en los costos energéticos, de materias primas, de mano de obra, de impuestos y muchas otras variables. A nivel nacional, la apertura de productos chinos ya ha provocado serios impactos en la industria del calzado, por tan solo citar un ejemplo. De igual modo, podría provocar la pérdida de 35 000 empleos y el cierre de alrededor de 200 empresas mexicanas. La industria nacional no tiene la capacidad productiva para competir con el engranaje productivo chino: mientras México produce al año alrededor de 240 millones de pares de calzado, China tiene una producción anual de aproximadamente 16 000 millones de pares, la mayoría de baja calidad.
Otras industrias también se verán seriamente afectadas, tales como la de los juguetes (que en la actualidad importa entre el 35 y 65 % de sus artículos) y la textil (pues las prendas de origen chino se comercializan a costos muy bajos y son de menor calidad). La industria del vestuario está integrada por 20 000 empresas, que representan 10% del Producto Interno Bruto (PIB) Manufacturero de México, donde el 90% de ellas corresponde a pequeñas y medianas empresas que generan —de manera directa e indirecta— alrededor de un millón de empleos, cifra que se verá en extremo afectada con la reducción arancelaria e introducción masiva de productos de procedencia china. En conclusión, el número de empleos que el proyecto Dragon Mart Cancún se plantea crear en la localidad, no justifica su impacto negativo en las ofertas laborales, incluso, a nivel nacional.
A diferencia de la industria del turismo, en la que los mexicanos tienen mayores posibilidades laborales en todos los niveles, el centro de distribución estratégica
Dragón Mart Cancún ofrecerá a los mexicanos solo los empleos de menor ingresos (intendencia, empleados de locales, etc.), mientras que los extranjeros chinos tendrán acceso a todos los beneficios de inversión económica, incluso, de vivienda (se planea un desarrollo inmobiliario para ofrecer viviendas a las familias de los más de 3 500 chinos que migrarán a la región), beneficios a los que los mexicanos no tendrán ningún tipo de acceso.
Esta estrategia no es algo novedoso, es un modelo comprobado y repetido en más de una veintena de países en los que el gigante asiático ha invertido, siempre con un desastroso resultado socio-económico. Cada vez que el gobierno y los grandes consorcios chinos establecen un «mega-proyecto deslumbrante y prometedor» en algún país (como sucedió en Perú, Argentina, Dubái, Kazajstán, Birmania), deja una nefasta huella socio-cultural en la comunidad local. Estas nunca reciben los beneficios económicos de dichos proyectos; sus recursos naturales son depredados y se crean cinturones de pobreza que se incrementan aparejado a la corrupción, la violencia y la desigualdad social.
Desde el punto de vista cultural, un proyecto como el Dragon Mart es bastante probable que tenga un impacto negativo en la población local, con una nefasta incidencia en la idiosincrasia y cultura del lugar. Respetando la historia y cultura asiáticas, y reconociendo sus virtudes, este hecho no escapa del más fuerte de los rechazos. La importación de miles de familias chinas —ajenas a la realidad mexicana— va a alterar de manera significativa la dinámica socio-cultural de las comunidades aledañas, además, será una amenaza para la conservación y fortalecimiento de la identidad cultural y los atractivos turísticos del área.4
4. Publicado por www.avazaz.org el 9 de octubre de 2012.
Una estimación del posible impacto económico «Ante la oposición de varios sectores por la apertura del Dragon Mart —palabras de la corresponsal Sandra Rodríguez— el promotor del proyecto, Antonio Cervera, dio a conocer que pagarán un estudio de factibilidad económica a la Universidad del Caribe, que arroje nuevos argumentos sobre el impacto que el desarrollo tendría en otros sectores productivos. Quienes lo impulsan aseguran que en nada afectará su operación al sector comercial e industrial en la ciudad pero al parecer gente de la Asociación de Proveedores de Quintana Roo, los de Canacintra y en Canaco aún tienen sus dudas sobre los efectos […]» que tendrían en la comunidad 2 000 distribuidoras de productos chinos.
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Aunque, esta es solo la voz del sector empresarial y, hasta la fecha, nada ha salido a la luz pública al efecto.
5 Sandra Rodríguez. Cancún
La situación de este mega-proyecto va más allá de las nobles intenciones que el gobierno quintanarroense y sus recursos mediáticos muestran al pueblo. Se obtendrán muchos beneficios económicos, pero, ¿para quiénes? Todos hablan de empresarios chinos y preguntan qué ganancias tendrán los nacionales o, en poca medida, qué beneficios económicos obtendrá el estado con la construcción del Dragón Mart. Nadie se pregunta qué impacto va a tener en el medio ambiente mexicano, particularmente en el de Puerto Morelos, asimismo en la calidad de vida de los quintanarroenses, a tenor con las más acuciantes necesidades que la realidad nos impone, eso incluye: ofertas de trabajo solventes, garantías y beneficios salariales, servicios públicos, atención médica, escuelas, hospitales, alimentación, cultura, arte, etc. Es perceptible, siguiéndole el curso a los hechos, a nivel global, que los resultados serán funestos y que los dividendos serán solo para unos pocos, contados con los dedos de las manos.
En primer lugar, si tenemos en cuenta que el turismo en Quintana Roo es un punto clave en su economía, podríamos hacer una estimación aproximada que nos permita tener una idea en materia de perjuicios en lo concerniente a la entrada de divisas a la región y, por ende, a la nación. La dinámica de los actos de compra y venta que en la cotidianeidad se perciben —de forma empírica— en nuestro entrono turístico (Estado quintanarroense), nos permite formular distintas hipótesis al efecto.
Por ejemplo, supongamos que cada turista (p) que gaste en el Dragón Mart, aproximadamente, 120 dólares, en una estancia en Cancún de tres días, arrojaría una cantidad de 360 dólares mensuales, por concepto de 1p x 3 días= a 10 personas al mes, se obtendría así una cifra de 3 720 dólares. Si estiramos la cantidad de visitantes prestos a gastar sus ahorros a 10 000 personas —cosa comprobable y por debajo de los pronósticos, según datos oficiales emitidos por el propio gobierno federal—, se alcanzarían 37 millones 200 000 dólares mensuales. Por lo tanto, al año la cifra ascendería a 446 millones 400 000 dólares.
Este resultado hipotético no refleja un ingreso sino un descenso de ellos en la industria sin chimenea, que irán a engrosar las arcas de los inversionistas chinos, multinacionales y unos pocos autóctonos. En ese sentido —independientemente que el estado actual del turismo, en su mayoría en manos del capital extranjero, poco resuelve a los mexicanos—, con el Dragón Mart se verá más afectado, debido a que el declive de los ingresos coartará el ciclo reproductivo de los capitales enclavados ya en el estado, retrasará la retribución de los créditos (con sus respectivos intereses) de las crecientes inversiones efectuadas, lo que conllevará a los famosos reajustes financieros o mediadas de última hora (despidos, reducción de salarios, intensificación del trabajo, etc.) y, por ende, como la soga parte por el lado más débil, crecerá la población flotante de trabajadores y desocupados.
Contradictoriamente, la gran masa de trabajadores, desposeída, no contará con los ingresos personales suficientes que le permita satisfacer sus necesidades humanas, que quiere decir, no comprar, algo imprescindible para culminar el ciclo de la producción de mercancías (producción-distribución-cambio-consumo). Al no efectuarse el acto de compra, se producirá un inevitable estancamiento de mercancías, tanto en los grandes mercados como en los pequeños (estos últimos no tardarán mucho en ir a la quiebra). Esa situación, afectará a las economías locales, en el sentido de que las ventajas de los productos chinos, en cuanto a cantidad y precios bajos, conducirán a un amplio sector de la población a acudir al mercado chino, en detrimento de los comerciantes y productores locales independientes. O sea, lo más probable es que el Dragón se trague a los Tianguis y a sus tiangueros, a la industria textil, la de los cueros, la del plástico, la artesanal, lo cultural, etc.
No hay dudas que se harán arreglos entre empresarios —en aras de favorecer a los capitalistas e inversionistas hoteleros, o callarles la boca por un tiempo—, promoviendo tours al colosal Dragón, adonde cada cual se llevará su tajada. A qué conducirá esta situación, de modo hipotético, a que la 5ta Avenida de Playa del Carmen, por tan solo citar un ejemplo, verá languidecer su larga calle de turistas —prestos a gastar su plata en la nueva maravilla oriental—. Eso significa, menos ventas de comida, artesanía, confiterías, ropas, zapatos, etc. ¿qué pasará? Pues, no es difícil de suponer: «todos a cerrar los locales y a comprar en el Dragón Mart basura china».
El motivo de este análisis hipotético-deductivo es propiciar una reflexión y motivar a la búsqueda de la verdad por la vía científica, o sea, recopilar datos de fuentes fidedignas, entrevistar a las personas que, de algún modo, han estado involucradas en esta problemática, comparar, procesar la información, analizarla y llegar a importantes conclusiones que permitan a la gente reflexionar y prepararse para defender sus derechos más elementales. Es evidente que el proyecto ya está generando consecuencias nefastas a nuestro país.
Por eso, unámonos y digamos a viva voz:
¡No al Dragón Mart Cancún! ¡No permitamos que México y América Latina se conviertan en una inmensa zona franca! ¡No al pinche y depredador capitalismo y a la globalización neoliberal!