En la actualidad, el Déficit Atencional (DA) es un trastorno que
afecta entre el 3 y el 7% de la población escolar chilena, representando
el 75% de los motivos de consultas a especialistas.
Esta patología, que afecta la capacidad
del individuo para prestar atención, muchas veces conlleva a la falta de
concentración y control de la conducta, lo que se puede observar
claramente cuando los infantes no son capaces de estar sentados por
largos periodos de tiempo gracias a la inquietud e impaciencia que estos
presentan, considerándolos a su vez hiperactivos.
En los niños con Déficit atencional, se pueden detectar conductas que
nos hacen un llamado de alerta para poder tratarlos, siendo estas:
- Conducta motora excesiva: los niños desde las primeras semanas de vida se presentan muy inquietos y movedizos.
- Problemas de sueño: por lo general no duermen lo suficiente, se despiertan varias veces durante la noche y tardan en conciliar el sueño.
- Problemas de alimentación: al ser inquietos y no poder controlar su conducta, este tipo de niños come ansiosamente y se mueve durante las comidas, lo que conlleva a un mal proceso de deglusión, provocando los comúnmente llamados “cólicos”.
Es importante destacar que muchos padres ven como única alternativa
de tratamiento la incorporación de fármacos derivados del metilfenidato
para controlar el síndrome que padecen sus pequeños, omitiendo muchas
veces opciones más saludables que permiten a los niños desarrollarse y
potenciar sus habilidades, sin someterse a los medicamentos.
Una alternativa para mejorar los síntomas de estos pequeños es la
suplementación con Omega-3, el cual proviene de los pescados azules y
forma parte de todas las células de nuestro cuerpo, siendo el compuesto
principal de nuestro sistema nervioso.
Dentro de la familia de los Omega-3, se encuentra un ácido graso
llamado EPA, el cual se ocupa del buen rendimiento mental, y otro
denominado DHA que se encarga de estructurar nuestro sistema nervioso,
siendo muy importante los primeros meses del embarazo.
Hoy en día, el consumo insuficiente de omega-3 en la dieta se
presenta como uno de los responsables del aumento de desordenes mentales
infantiles como el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad
(TDAH), dislexia y agresividad, siendo la incorporación de omega-3 en la
dieta la solución a estas enfermedades, según lo destaca el estudio
Oxford-Durham realizado durante el año 2003, en donde niños con retraso
escolar dificultad de aprendizaje, hiperactividad, déficit de atención,
agresividad y mala sociabilidad mejoraron al consumir durante tres
meses perlas de ácido grasos EPA y DHA.