Una droga peligrosa
Los médicos del Salvaje Oeste parecían tener la costumbre de recetar brebajes letales a sus pacientes. Uno de estos medicamentos se llamó calomelanos. El problema era que contenía altas concentraciones de mercurio, por lo que era muy peligroso.
Como causaba una secreción excesiva de saliva, este llamado «medicamento» se utilizó como purgante y antiséptico intestinal. Adicionalmente, este cloruro de mercurio también fue empleado antiguamente en el tratamiento contra las lombrices intestinales y la sífilis. Desafortunadamente, también tendía a romperle los dientes a las personas. ¡Un pequeño efecto secundario nada atractivo, se podría decir!
Cuidado con el agua
El agua limpia es fundamental para la supervivencia de cualquier ser humano. Pero en las regiones pioneras del Viejo Oeste, esta necesidad básica no siempre fue fácil de satisfacer.
La mayor parte del agua provenía de ríos o arroyos abiertos, con pozos donde el asentamiento era más permanente y los retretes eran la norma para las necesidades sanitarias. De hecho, el agua que se podía encontrar a menudo estaba contaminada por agua estancada que atraía moscas y otros insectos que depositaban desechos y excrementos allí. Incluso el agua de lluvia recogida en barriles era vulnerable a la contaminación.
Agua preciosa
Para muchos en el Lejano Oeste, desperdiciar agua en la ropa o los platos simplemente no era una opción. El agua era vital para la supervivencia, así que cada gota era utilizada con mucha precaución y con un alto sentido del ahorro de la misma.
Por supuesto, no limpiar la ropa con la suficiente regularidad puede provocar problemas de salud como irritación de la piel, sin mencionar las infestaciones de piojos y pulgas de las que hablamos anteriormente. No enjuagar los platos entre usos también puede provocar problemas estomacales. Para conservar el agua, no se lavaban mucho, muchas veces familias enteras usaban la misma palangana de agua que les duraba una semana, o más.
Los baños eran escasos
Darte un baño o una buena ducha es un hábito diario y algo que la mayoría de la gente en la actualidad da por sentado, pero para la gente del Lejano Oeste esta alternativa era un lujo poco común, algo que no se podía disfrutar todos los días.
Como el agua a menudo escaseaba y, por lo tanto, era preciosa y se requería fuego y mucho esfuerzo y paciencia para calentarla, no era raro pasar semanas sin bañarse en las regiones en desarrollo en el oeste. Así que la próxima vez que te duches o te bañes y lo veas como una tarea, recuerda que es una gran oportunidad y un lujo tener acceso a este sistema en la actualidad.
Jabón, un producto de lujo
Cuando los habitantes del Lejano Oeste tuvieron la oportunidad de bañarse, no tenían gel de ducha ni baño de burbujas para ayudarlos a lavarse y oler bien. Básicamente el baño era de solo agua.
En el mejor de los casos, el jabón en el Viejo Oeste era una tosca losa hecha principalmente de grasa animal o vegetal. Era tan poco refinado y tan corrosivo, de hecho, que incluso podía causar irritaciones en la piel que a menudo eran muy dolorosas. Era el precio a pagar por tener alguna apariencia de limpieza en ese momento.
Una creencia asombrosa
Curiosamente, las personas que vivían en el Viejo Oeste pensaban que bañarse en realidad podía ser malo para la salud. Esta creencia se esparció por todo el Viejo Oeste, todas las personas creían que bañarse no era bueno para la salud.
Creían que lavarse con demasiada frecuencia podría hacer que los poros se dilataran, lo que permitiría que los gérmenes y las enfermedades ingresaran al cuerpo más fácilmente. Era una absoluta tontería, por supuesto. Finalmente, no poder lavarse todos los días realmente no les molestaba ya que pensaban que no era bueno para ellos. Como resultado, todos eran sorprendentemente tolerantes con el olor corporal que consideraban natural.
Escupideras en los salones y bares
En el Viejo Oeste, era bastante normal escupir constantemente. Esta es la razón por la que las escupideras eran comunes en la región para ese momento. A finales del siglo XIX, las escupideras se convirtieron en una característica común de los pubs, burdeles, tabernas, hoteles, tiendas, bancos, vagones de tren y otros lugares donde se reunían las personas (especialmente los hombres adultos), sobre todo en los Estados Unidos.
Muchos vaqueros masticaban tabaco y luego tosían manojos de moco marrón en la escupidera. Este esputo habitual era un vector ideal para la propagación de enfermedades no simpáticas como la tuberculosis y la neumonía. Las escupideras se colocaron en los salones en el piso a lo largo del mostrador al nivel de la famosa barandilla de cobre que, por lo tanto, siempre estaba goteando saliva.
Dormir en aserrín
Quizás en parte porque tanta gente masticaba y escupía tabaco, los pisos de los salones estaban cubiertos con una gran capa de aserrín.
Como acabamos de ver, se instalaron escupideras en el suelo. Como puedes imaginar, a los vaqueros no les molestaban los detalles, realmente no tenían que preocuparse por escupir en el costado. Por eso el aserrín cubría el suelo de los salones. Y como si no fuera lo suficientemente repugnante caminar sobre estas cosas, los viajeros que se alojaban en estas tabernas también tenían que tumbarse sobre esta suciedad.
Champú whisky
El whisky era la bebida favorita de muchos hombres en el Viejo Oeste, ciertamente porque la cerveza no contenía suficiente alcohol. Pero lo cierto, es que el whisky no solo se utilizó como una bebida alcohólica, él mismo tuvo otro uso muy particular y llamativo.
Pero el famoso agua ardiente, que llevaba nombres tan coloridos como «jugo de tarántula» y «barniz de ataúd», era más que un simple alcohol que uno bebe con los amigos durante un aperitivo. Asociado con lavanda y aceite de ricino, el whisky también se usaba como champú. Quizás te preguntes como quedarías después de este lavado de cabello. En cualquier caso, los piojos deben haber recibido un golpe fulminante después de este baño con whisky.
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