Entre los idiomas español y maya, aquí en la Península de Yucatán se dio una relación en la que individuos de diferentes razas y con diferentes idiomas, se relacionaron entre sí, y dio como resultado a través de las centurias, una de las maneras de expresión más extraordinarias de prácticamente cualquier lugar de habla hispana. Un castellano híbrido.
Es tan común para nosotros hablar como hablamos que no nos damos cuenta que para otras personas una palabra determinada, resulta inentendible.
Antes de seguir, me quiero disculpar de antemano ya que quizá mi ortografía en maya, no sea la ideal e incluso la correcta. Con toda humildad se agradece cualquier observación.
Empezamos con una favorita yucateca, de la que hemos hablado antes. En Yucatán, nosotros no chupamos un dulce. Nosotros lo «anolamos». Anolar viene del maya: “nol - nolah” algo que reposa y luego se mueve continuamente entre la lengua y paladar sin extraerlo, hasta deshacerse, como podría ser con un caramelo o una “huaya” una fruta de la zona intertropical de América, de la familia de las sapindáceas, también conocida como: quenepa, mamoncillo o chupalotes que nosotros los yucatecos comemos sola, pero de preferencia con sal, chile y limón.
Algo común en la niñez era escuchar de nuestras madres o abuelas decir que nos pondrían “alacranina” (lo cual es toda una historia en sí) para deshacernos de algo que nos salía y a lo que nosotros nos referimos como «ax» pronunciado “ash”, es decir una verruga.
-Sigue todo recto, y cuando llegues al final doblas en la «chopcalle». ¿En la que? Se pregunta la mayoría de los que llegan a Yucatán y alguien les da dicha referencia. Viene de la palabra maya «ch’op» que significa tuerto. Una “chopcalle” es una calle sin salida, es decir una calle con una sola entrada y una sola salida.
En innumerables ocasiones, alguien fuera me ha preguntado: “Oye, ¿qué significa la palabra “boxito”? La palabra boxito deriva del vocablo en maya “boox” -se pronuncia bo’osh- que significa negro. En el pasado, era común que a alguien de piel oscura se le apodase “boxito”-que significa “negrito”.
En todo México, a los niños que lloran mucho les dicen, obviamente llorones, pero no en Yucatán. Para nosotros, un niño o niña que llora mucho es «chechón - chechona». Pero también puede ser un verbo. “Me tronó el maestro, le voy a ir a “chechonear” a ver si me pasa.” La palabra deriva del maya “che’ech” que significa lo mismo. De esta palabra también deriva estar “chich-nac” expresión que se usa para decir alguien está sensible.
En Yucatán, cuando despertamos, no nos limpiamos las lagañas, sino los “chemes”. Esa palabra proviene del maya «ch’em» de idéntico significado.
Alrededor de México, las abuelas tienen múltiples apodos, para nosotros los peninsulares yucatecos es nuestra «chichí» del maya “chiich”. Nosotros no visitamos a la abuela, visitamos a nuestra chichí. Una expresión coloquial muy nuestra, cuando alguien nos dice un cuento que no creemos, la respuesta casi en automático es “tu chichí”.
En Yucatán, es común criticar a alguien de piernas delgadas, expresando que tiene «chilibes» en vez de piernas. La palabra chilib viene del maya “chʼilib” que significa vara delgada.
Es bastante usual actualmente adoptar palabras de otros idiomas. En México, miles personas le llaman al busto de las mujeres “boobies” o cualquier otra forma usual en el resto del país. Ese no es el caso para nosotros. Aquí se les llama «chuchús». De ahí que “dar chuchú” es amamantar. La palabra viene de “chu’uch” que es lactar pero tiene varias palabras cercanas como es “chuchuluco” que significa protuberancia. Viene del maya “chu’uchum” que significa, carnosidad o tumor. De ahí que cuando alguien se dá un golpe en la cabeza, no le sale un chipote, un chichón o un “hematoma craneal” sino un chuchuluco. Un viejo remedio tradicional maya a dicho suceso, es poner naranja agria y sal en el lugar del golpe.
La «hach»… y nos vamos.
En Yucatán, ir a la cantina conlleva todo un ritual de alimentos y bebidas, conversación, entretenimiento, pero en particular una tradición muy nuestra denominada “la hach”. La “hach” es la última, la del camino. La palabra viene de “ha’ach” último, final. El problema es cuando uno va a la cantina, y se toma la hach, pero queda picado y luego viene la “hach-hach” y luego la hach-hach-hach y así sucesivamente hasta quedar «kala’an» en español, borracho.
José E. Urioste Palomeque
Mérida Yucatán, México | Junio 01 2020
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