Cuando una persona delgada está sana goza de mayores ventajas en cuanto a salud, que una persona con obesidad. Además de sentirse mejor, será menos propensa a problemas de salud, como la hipertensión arterial y las enfermedades cardíacas. No obstante, la delgadez extrema o la pérdida de peso excesiva deben tomarse siempre como una señal de alarma de una posible enfermedad, informaron especialistas del IMSS Yucatán.
En muchas ocasiones, las personas desconocen cuál debe ser su peso adecuado; en el caso de los bebés y de los niños, en los que el crecimiento produce cambios continuos, el médico dispone de tablas comparativas que establecen con claridad no sólo cuál debe ser su peso y talla considerados como normales, sino cuál es el ritmo de crecimiento adecuado.
Las personas adultas deben tener en cuenta que el concepto de peso ideal, al margen de modas y otros condicionamientos sociales, viene determinado por estudios estadísticos que establecen en términos de salud el peso más adecuado, según las características de edad, sexo y constitución física de cada persona.
Un mayor conocimiento de los temas referentes a la salud ha ido desplazando la antigua creencia de que los niños gorditos eran los que estaban más sanos, y en la actualidad los padres de familia deben tener claro que es más importante una dieta equilibrada que una dieta excesiva. No obstante, siempre es conveniente escuchar la opinión y los consejos del médico sobre alimentación, en especial para los bebés y los niños, quienes al estar en una etapa de crecimiento, son más susceptibles que los adultos a sufrir variaciones bruscas de peso.
Señalaron que una de las causas más frecuentes de delgadez excesiva en los bebés es la alimentación inadecuada. En los primeros meses de vida, tanto si la alimentación se basa en la lactancia materna como en la lactancia artificial, no es inusual que se den casos de malnutrición debido, por lo general, a causas tales como una cantidad insuficiente de leche secretada por las mamas o una deficiente preparación de los biberones.
Debe tenerse en cuenta que en la edad infantil, algunos procesos infecciosos habituales, tales como una faringitis o una infección de las amígdalas, pueden causar una pérdida notable de peso en pocos días, sin que ello deba ser preocupante, puesto que el niño recupera con rapidez el peso perdido, siempre que el tratamiento y el diagnóstico de la dolencia se den a tiempo.
Existen también enfermedades graves que manifiestan como síntoma una pérdida apreciable de peso. Entre ellas cabe citar las malformaciones congénitas; la enfermedad celíaca, en la cual el gluten, componente del trigo, altera la absorción normal de nutrientes en el intestino, y la fibrosis quística del páncreas, causa también de alteraciones en la absorción de los alimentos.
Por todo ello debe insistirse en el conveniente control del peso del niño, llevado a cabo de forma periódica por el pediatra, y en que siempre que los padres observen una pérdida de peso excesiva o un retardo en el crecimiento deben acudir con el mismo.