Hace muchos años llegaban a ese puerto tropical majestuosos veleros ingleses a cargar caoba y otras maderas preciosas, palo de Brasil, palo de Campeche y diversos productos. No embarcaban chicle porque éste solamente las clases bajas de México lo mascaban y estaban lejos los tiempos en que se convertiría en el producto que tanto se ha popularizado en los Estados Unidos .
La oficialidad y los marinos ingleses bajaban a tierra, recorrían el puerto y contemplaban las fortificaciones en ruinas que antaño defendieron la población contra los piratas, algunos de los cuales llegaron a ser Almirantes de la armada de Su Majestad la Reina Virgen.
Apagaban su sed a las puertas de las tabernas o en los portales de la plaza principal.
En aquella época se bebían vinos, licores y alcoholes sin mezclar. Algunas veces se tomaba lo que se llamaba “draks” de catalán, de ron o de otro alcohol, que eran bebidas compuestas, preparadas en un vaso de vidrio grueso, donde, lentamente, se revolvían los ingredientes con una cuchara. No siempre eran cucharas de metal que pudieran dar mal sabor a la bebida. Se usaban también cucharas de maderas o palillos. Probablemente la palabra “drak” era una corrupción de “DRAKE”, el héroe británico de aventuras marítimas.
En una de esas tabernas del pintoresco puerto mexicano, sombreada por elegantes palmeras y perfumada por la brisa del mar y por los olores del cedro de los bosques, el mozo que servía empleaba para preparar sus bebidas, en vez de cucharas o palillos, las raíces delgadas, finas y lisas, de una planta que allí llamaban, por su forma peculiar, “cola de gallo”. Los marinos ingleses, acostumbrados a sus “draks” al ver al mozo revolver sus bebidas con aquella raíz, para ellos extraña, preguntaron qué era, a lo que contestó que “cola de gallo” o sea en inglés “cock´s tail”. En adelante no le ordenaron servir “draks” sino “colas de gallo”, y en inglés “cocktails”, y pronto entre los marinos ingleses que tocaban Campeche se generalizó la palabra con que bautizaron las bebidas de ese puerto revueltas con la famosa raíz, y nadie volvió a pedir “draks” sino “cock-tails”.
No tardaron los marinos ingleses en popularizar el nuevo nombre en las tabernas de los puertos de las Islas Británicas, de donde pasó a las cantinas de los puertos de los Estados Unidos y más tarde al mundo entero. Vino la fiebre de las bebidas compuestas, se multiplicaron los “cock-tails” y nacieron las “cocteleras”. La palabra “cock-tail” vio su luz primera en ese pintoresco puerto, de donde han desaparecido para siempre los veleros ingleses y los verdaderos lobos de mar, en una humilde taberna donde empleó para sus bebidas la raíz de una planta un cantinero.
Publicado en 1948 en el magazine “Leoplan”, Buenos Aires.
Investigador: Lucas de Palacio
Ernesto Antonio Ongay Pérez. San Francisco de Campeche 2005.
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