Conocemos muy bien algunos síntomas del estrés: dolores de cabeza, dificultad para concentrarte, brotes de acné. ¿Pero sabías que la deshidratación también tiene una estrecha relación con el estrés?
Todo tiene que ver con tus glándulas suprarrenales. Estas pequeñas glándulas (que se encuentran en la parte superior de ambos riñones) producen hormonas que regulan el sistema inmunitario, el metabolismo y otras funciones importantes.
Una de esas hormonas es el cortisol, que le proporciona energía a nuestro cuerpo para enfrentar el estrés o el miedo, como parte de nuestro instinto de lucha o huida.
Pero, ¿qué pasa si tu estrés no disminuye?
El estrés prolongado puede llevar a la fatiga suprarrenal, y tus gastadas glándulas funcionarán menos de lo normal, afirma el doctor Robert Kominiarek. Eso significa que producen menos hormonas, incluyendo aldosterona, que regula los niveles de líquidos y electrolitos en el cuerpo.
Cuando hay menos aldosterona, los niveles de electrolitos bajan y te deshidratas. Estar deshidratado también puede aumentar los niveles de cortisol. Si bien dicho incremento no es necesariamente malo, se convierte en un problema cuando tu cuerpo no responde físicamente al instinto de lucha o huida.
En otras palabras, si los niveles de cortisol aumentan y no haces nada al respecto, se acumulará y dará lugar a una serie de problemas, incluyendo depresión y otras enfermedades mentales. Básicamente, estás atrapado en un ciclo de estrés y sed.
Entonces, la próxima vez que empieces a sentirte abrumado, respira profundamente y bebe un trago de agua. Aumentar los líquidos puede ayudar a reducir el estrés inmediato, pero si se trata de un problema recurrente, considera obtener ayuda profesional.
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