Hace ya muchos años que celebramos en nuestro país el Día de las Madres el 10 de mayo. Dicha festividad existe entre los mexicanos gracias a los Estados Unidos Americanos como un cambalache cultural que tenía como objetivo mostrar la buena intención de una pupila amorosa para con su madre, pero que actualmente se ha convertido en toda una bendición para los comerciantes.
El 10 de mayo llegó para quedarse y le fue bastante fácil hacerse puramente azteca en un país tan proclive a adorar a las madres, aunque sea un solo día al año. Pero si bien es cierto que la tradición nos llegó de nuestro vecino del norte, el concepto de venerar la maternidad, la fertilidad y la creación de las formas de vida humana y agrícola viene acompañando a los humanos desde las civilizaciones más remotas surgidas en Europa, Asia y América.
Y es que ya los egipcios, griegos, romanos, chinos, aztecas y los incas adoraban a la fertilidad y a la maternidad, formando en torno al concepto un vasto panteón de diosas a las que rendían culto por medio de intrincados rituales de los que, de alguna forma, recibimos herencia. Estas son algunas madres de la mitología a lo largo de la historia y las civilizaciones.
Madres mitológicas.
Para los egipcios existió una diosa de nombre Isis, esposa y hermana de Osiris, notable deidad que, entre otras cosas, se le atribuye el invento de la cerveza, para el deleite y perdición de los mortales. Isis era la diosa de la agricultura y de la Tierra. En Grecia la concebían como la diosa del grano, y todavía se le llegó a describir como “la que parió los frutos de la Tierra y la madre de las espigas del grano”.
Deméter, una diosa griega, conocida y venerada entre los romanos como Ceres, fue la hija de Cronos y de Rea. Su nombre griego significa “madre tierra”; aunque algunos filólogos dicen que el nombre es cretense y su verdadero significado sería “madre de la cebada” (de deai, cebada, junto a meter, madre). Y es que esto tiene mucha relevancia, sobre todo si tenemos en cuenta que la cebada fue el primer cereal que se cultivó entre los pueblos arios y los griegos homéricos, formando parte esencial de la dieta de los habitantes de los palafitos en la Edad de Piedra de Europa. Ceres tiene el honor de haber sido la diosa de la agricultura, quien viajaba por toda la Tierra para instruir a los agricultores en la manera de cultivar cereales y convertirlos en pan.
Entre los romanos se destacó Tellus o Terra, la diosa que encarnaba la fertilidad. Fue representada con el cuerpo de una mujer con múltiples senos llenos de leche. A veces la llamaban Tellus Mater o Terra Mater. La diosa estaba directamente asociada con el matrimonio, la maternidad y el embarazo, incluso el de los animales. En su honor se celebraban festivales de la siembra, el Feriae Sementivae, para el primer mes del año; y el 15 de abril se festejaba el Fordicidia, “vaca preñada”, a fin de propiciar la abundancia.
Los fenicios por su parte tenían a Astarté que se creía era la diosa dadora de vida, principio de la naturaleza, y un medio que exaltaba los amores y placeres carnales. Fue la principal deidad de la ciudad de Sidón; hermana y concubina de Baal, el dios de la lluvia y de la fertilidad de los campos.
El hinduismo presenta a la diosa Devi, a quien se le atribuye la energía femenina del único creador, la amable y gentil madre. En el shaktismo, una vertiente del hinduismo, la adoran como Devi Mata, la divina madre que representa la fuerza creadora del universo, sin la que su contraparte masculina estaría incompleta, pues es el en mismo útero donde la energía masculina adquiera vida.
En la mitología china estaba presente Nuwa, una deidad que generalmente era representada con forma femenina. Es la representación de la madre creadora, la hermana, esposa, líder tribal y emperatriz. En algunas tradiciones, Nuwa junto a Fuxi, su esposo y uno de los Tres augustos, son los padres de los hombres, a menudo representados con una forma humana y una cola de serpiente o dragón.
El panteón de diosas de las culturas mesoamericanas no se queda atrás, tenemos, por ejemplo, a Coatlicue, la diosa de la vida y de la muerte en la Tierra, quien también solía ser conocida con el nombre de Tonantzin, nuestra madre, y el de Teteoinan, la madre de los dioses. Esta deidad sería la madre de Huitzilopochtli. Según la leyenda, cuando Coatlicue estaba haciendo sus labores, una pluma se coló por su vientre y quedó embarazada. La noticia del embarazo provocó la ira de sus otros hijos, los Centzon huitznahua quienes, influenciados por Coyolxauhqui, resolvieron asesinar a su madre. Sin embargo, Huitzilopochtli emergió del vientre de su madre ya hecho un hombre y armado por completo para asesinar a sus malvados hermanos, le cortó la cabeza a su hermana Coyolxauhqui y la lanzó a la Luna, donde se puede ver convertida en la sombra de un conejo.
En los Andes, entre los pueblos indígenas que los habitan, reinó y aun reina Pacha Mama, la madre tierra, una diosa protectora de la humanidad, regente de la fecundidad y la fertilidad. Esta diosa siempre se encuentra con hambre y que cuando no se le alimenta con ofrendas, puede lanzar enfermedades sobre los humanos. Anteriormente, en la región andina, sus habitantes solían ofrecerle sangre y fetos de llama, hojas de coca y conchas de mar, a cambio de que fertilizara la tierra y nunca hubiera mala cosecha.
Origen del actual Día de la Madre.
En los Estados Unidos de América, el Día de las Madres es celebrado el segundo domingo del mes de mayo. Dicha tradición tuvo sus primeros indicios en 1890 con una mujer de nombre Mary T. Saeen, residente de Kentucky, quien creyó que el 21 de abril, la fecha de cumpleaños de su madre, sería una excelente fecha para que instaurara una festividad anual dedicada a las madres. Le hizo la propuesta un pequeño grupo de amigas docentes, quienes ignoraron la idea y desestimaron la propuesta.
En 1892, un pastor de la Iglesia Universalista de Nuestro Padre llamado Robert K. Cummings, propuso que todos los días 22 de abril se instituyera un servicio religioso para rendir honor a todas las madres del mundo. Curiosamente esta fecha correspondía con el día de nacimiento de su madre. Las cosas volvieron a fracasar de forma miserable. Y lo mismo sucedió con la propuesta de Fred Hering ocho años más tarde.
Mucho antes de estos eventos, en la Inglaterra del medioevo solía conmemorarse el Domingo de la Madre cada cuarto domingo de la cuaresma. En dicha fecha, los infantes trabajadores que laboraran fuera de sus casas como aprendices en talleres, iniciaban su viaje de regreso y acostumbraran a llevar a sus madres un regalo pequeño como una torta de frutas o pasta de almendras, horneada de forma específica para este día.
En los Estados Unidos, en 1872, por propuesta de la escritora Julia Ward Howe fue realizada la primera celebración pública del Día de las Madres, consistió en una marcha pacífica en la que se involucraron las madres que habían perdido a sus hijos durante la guerra. Sin embargo, la costumbre se fue perdiendo con el paso del tiempo. En 1907, Ana Jarvis, una residente de Grafton, Virginia, dio inicio a una campaña para instituir un día dedicado a las madres estadounidenses, a raíz del fallecimiento de su madre. Una gran cantidad de figuras públicas estuvieron de acuerdo con la idea. Fue así que en el año de 1910, la fiesta era celebrada en casi la totalidad de la Unión Americana. Pero sería hasta 1914 cuando el presidente Woodrow Wilson hizo oficial el Día de las Madres para que fuera celebrado cada segundo domingo del mes de mayo.
A medida que la festividad empezó a adquirir un carácter consumista y comercial, Ana Jarvis solicitó a las autoridades que eliminaran la fecha de la lista de fiestas oficiales. Su reclamo no fue tomado en cuenta y rechazaron su petición. Poco antes de su deceso, Ana Jarvis expresó su arrepentimiento por haber promovido una fecha que sólo beneficia a los comerciantes.
En México, la propuesta del día festivo llegó el 13 de abril de 1922, cuando el periodista Rafael Alducin, del periódico Excélsior, lanzó una invitación a instaurar una fecha que conmemorara a las madres mexicanas. Finalmente quedó establecido el 10 de mayo y así se mantiene hasta nuestros días.
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